Desde sus orígenes, VITAE ha trabajado con una visión clara: restaurar los suelos y transformar la forma en que producimos alimentos. Con más de 30 años de I&D y 15 años de validación científica en colaboración con la Universidad Autónoma Chapingo, la empresa ha demostrado que la agricultura biológica no solo es posible, sino que es la vía más efectiva para mejorar la productividad, reducir costos y garantizar un futuro sustentable para el campo mexicano.
En VITAE creemos en la Agricultura Restaurativa, un modelo que combina biotecnología avanzada con prácticas biológicas para producir más con menos. Nuestro enfoque se centra en regenerar la vida en el suelo y nutrir a los cultivos de manera inteligente, utilizando consorcios microbianos y moléculas de aplicación foliar que trabajan en armonía con la naturaleza.
El resultado: campos más sanos, productores más rentables y comunidades agrícolas más fuertes.
En VITAE contamos con un equipo interdisciplinario de especialistas en agronomía y gestión agrícola. Nuestro trabajo combina la experiencia científica con la aplicación práctica en campo, asegurando que cada solución esté validada tanto en el laboratorio como en las parcelas.
Este grupo de profesionales está comprometido con un mismo propósito: impulsar la agricultura biológica como un modelo rentable, sustentable y restaurativo, acompañando a productores, asesores y aliados estratégicos en cada paso del camino.
La historia de VITAE comienza en los años noventa, cuando el Ing. Carlos Eduardo Castelblanco Rozo empezó a desarrollar las primeras moléculas de aplicación foliar con el objetivo de mejorar la nutrición de los cultivos y optimizar el uso de los recursos en campo.
En esa época, la visión era clara: producir más con menos, cuidando la fertilidad del suelo y la salud de las plantas.
Durante la década de los 2000, ese trabajo pionero evolucionó hacia la incursión en el manejo de microorganismos, integrando bacterias, hongos, levaduras y actinomicetos en programas de manejo del suelo. Este enfoque biológico permitió sentar las bases de un modelo productivo que reduce costos y aumenta la resiliencia de los cultivos frente a plagas y enfermedades.
En los últimos 14 años, VITAE ha consolidado un programa riguroso de validación científica en colaboración con la Universidad Autónoma Chapingo. Este proceso ha permitido comprobar, bajo estándares académicos y experimentales, la eficacia de las soluciones biológicas en distintos cultivos y regiones, convirtiéndose en un referente nacional en agricultura restaurativa.
Hoy, todo ese recorrido se materializa en un portafolio integral de consorcios microbianos y moléculas de alta tecnología que trabajan en conjunto para regenerar los suelos, optimizar la nutrición vegetal y aumentar la rentabilidad de los productores. Lo que comenzó como el trabajo individual de un ingeniero visionario es ahora un programa robusto de investigación, validación y desarrollo científico y tecnológico que impulsa un cambio profundo en la agricultura mexicana.
En VITAE creemos que la agricultura no debe limitarse a producir alimentos; debe también cuidar la tierra que nos sostiene, regenerar la vida en el suelo y fortalecer a quienes trabajan el campo. La Agricultura Biológica que impulsamos combina lo mejor de las prácticas biológicas y sustentables que devuelven al suelo su equilibrio natural. Este modelo no es una moda ni una alternativa, es una respuesta urgente a los retos actuales de los agricultores: altos costos de producción, pérdida de fertilidad, dependencia de químicos y vulnerabilidad frente al cambio climático.
Nuestros consorcios microbianos revitalizan la microbiología del suelo, creando comunidades vivas que mejoran la disponibilidad de nutrientes, fortalecen las raíces y protegen a los cultivos contra plagas y enfermedades. Al mismo tiempo, nuestras moléculas de aplicación foliar permiten nutrir a la planta de manera precisa y eficiente, reduciendo la necesidad de insumos sintéticos y generando ahorros tangibles para el productor.
La Agricultura Biológica de VITAE abre la puerta a campos más sanos, productores más rentables y comunidades agrícolas más fuertes. Los campos se vuelven resilientes, con suelos vivos capaces de retener agua y carbono. Los productores logran reducir hasta en un setenta y cinco por ciento los costos de producción a lo largo del tiempo, mientras elevan de forma sostenible el rendimiento y la calidad de sus cosechas. Las comunidades agrícolas ganan estabilidad económica, mayor independencia de insumos externos y la oportunidad de dejar un legado positivo para las próximas generaciones.
En VITAE estamos convencidos de que cada aplicación de un producto biológico es un acto de responsabilidad y esperanza. Es la oportunidad de restaurar lo que ha sido degradado, de aprovechar la inteligencia de la naturaleza y de construir un modelo agrícola que no solo produce alimentos, sino también bienestar, resiliencia y futuro.
La agricultura que proponemos no es únicamente un sistema de producción. Es un camino hacia la seguridad alimentaria, la regeneración ambiental y la dignidad de quienes cultivan la tierra. Con VITAE, los agricultores no se limitan a sembrar cosechas; siembran la posibilidad de un futuro más justo, sustentable y rentable para todos.
Carlos Eduardo Castelblanco Rozo, Chief Scientific Officer, inició esta búsqueda hace más de treinta y cinco años. Agrónomo Zamorano, dedicó su vida a entender cómo la ciencia podía escuchar el lenguaje de la tierra y devolverle su vitalidad. Lo que comenzó con el desarrollo de moléculas de aplicación foliar en los años noventa evolucionó hacia el manejo de microorganismos en la década siguiente, sentando las bases de una agricultura más productiva y resiliente. Su rigor científico lo llevó a consolidar, junto a la Universidad Autónoma Chapingo, un programa de validación que ya suma más de catorce años y que ha demostrado, con evidencia, que los suelos pueden regenerarse y que los productores pueden obtener más con menos. Hoy, cada producto y cada protocolo de VITAE llevan su sello: ciencia probada y coherencia con la naturaleza.
Juan Pablo Castelblanco, co-fundador y director, tomó un camino diferente al inicio. Forjó su carrera en la industria petrolera, hasta que comprendió que su verdadera vocación no estaba en extraer recursos, sino en regenerarlos. Decidió abandonar una trayectoria prometedora para abrazar un desafío mayor: promover y generar el cambio que la agricultura necesita. Su liderazgo ha convertido la experiencia científica de Carlos en una visión empresarial y estratégica. Construye puentes entre la ciencia y el mercado, entre los productores y la tecnología, entre las necesidades urgentes del presente y las oportunidades de un futuro sustentable. En su dirección hay una convicción clara: la agricultura puede producir más con menos y puede hacerlo restaurando la tierra en lugar de agotarla.
Junto a ellos, un grupo de investigadores, científicos y especialistas acompaña cada etapa, desde el laboratorio hasta la parcela. Son la garantía de que cada producto está validado, de que cada recomendación tiene respaldo y de que cada productor cuenta con un aliado confiable en el camino hacia una agricultura biológica rentable y regenerativa.
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